Hitler aun sigue haciendo de las suyas

Nace en Austria, aunque esto, pueda ser un dato poco conocido por el público en general. De talla polifacética, poeta, artista, orador, político, genocida, experto en moda y algunas cosas más que no sabremos. Su contribución a la solución del problema demográfico del gueto de Varsovia fue notable. Sí, amigos, señoras y señores, estamos hablando del incomparable, Adolf Hitler, también conocido como Adolfo Hitler. Y es que Hilter, fue un personaje notable que tuvo una influencia nada despreciable en diferentes conflictos bélicos de su tiempo, como la guerra de los judíos contra los nazis.
Vegetariano, humanista, e irreprochable amante de los animales, su conducta tuvo sus más y sus menos con la malograda raza humana. Pero dejemos de hablar del genio del Braunau am Ihn (al que recientemente se negó el privilegio de conservar la casa natal intacta a la cual, dicho sea de paso, acudian admiradores armados con smartphones en sus manos).
Amante de la literatura, compuso en la cárcel las inagotables líneas de su magna obra literaria, Mein Kampf, que se traduciría como Mi lucha en castellano, donde lanza inspiradas alabanzas a la monarquía inglesa, aliado natural de Alemania. Rebelde, atormentado, siempre en busca de su espacio vital, se recluye posteriormente en su nido del ávila desde donde su cabeza no deja de perjeñar soluciones inanes al conflicto aparecido. Las celebraciones de fiestas no eran infrecuentes en el famoso nido de ávila a las que acudían muchos niños hijos de alemanes de pura cepa. Y es que este hombre supuestamente enigmático, no permaneciendo impasible ante las injusticias que se cometían contra sus congéneres, decide poner en marcha un brioso programa de proteccionismo como el que Donald Trump pretende implementar en su país de origen, a todos los niveles, político, social, cultural, demográfico y un largo ecétera.
Aunque de tendencias pacifistas, muy a su pesar se vio accidentalmente involucrado en la guerra más sangrienta de la historia reciente y pasada, o sea, la segunda. Una guerra sin medida cuya fama traspasó fronteras y cullas consecuencias han vertido ríos de tinta por parte de los especialistas.
Hilter se lo robó todo a los rumanos, su dignidad, su comida, sus caravanas, su alegría, se lo robó todo pero no les pudo robar su dinosaurio y ni si quiera el frío e hinóspito rigor mortis les pudo arrebatar la sonrisa (es lo que tiene el electroshock).
Incansable consumidor de opiáceos decide acometer la defensa de su ciudad de adopción, la gran Berlin, desde su vivienda en las profundidades de su bunker, donde en última instancia, solo había para comer gato marinado al estilo polaco.
Nacionalsocialista confeso, decide contraer matrimonio con su cónyugue Eva Brown mientras las bombas caían por encima de su bunker. Y es que el amor es así, que incluso en mitad del naufragio de la guerra es capaz de hunir a dos bellas almas en un fraternal abrazo. Como todo amor de verdad, fue efímero.
Por último, decir, que no es cierto el dato que se difunde de que Hilter matara a alguien. Esto es falso, dado que la única persona que mató fue a sí mismo. Y es que de Hilter se han escrito muchas mentiras y algunas falsedades. Pero la verdad es más fuerte. Más fuerte.

2 Comments

  1. Qué bien aces en recordarnos el rostro del tirano. Del hombre. Que no contento con matar. Asesinaba. Aniquilaba. Despedazaba. Duchaba. Cotengo la respiración al escribir estas lineas y es que me emociono porque soy judio por parte de can.

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